* CUANDO AGUSTÍN HABLÓ CON LA VIRGENCITA…
* LOS ESCÁNDALOS DE JUAN CARLOS CAL Y MAYOR
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Cuando Agustín salió de su comunidad para iniciar en la capital una odisea de la que no se arrepiente, también cargó con él una desvencijada mochila repleta de sueños porque, dice, “quiero seguir estudiando. Voy a ser doctor para ayudar a mis paisanos”.
Arvenza Uno es un poblado situado a unos 5 kilómetros de la cabecera municipal de San Juan Chamula. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, era habitado por 585 nativos que hablan la lengua tzotzil y, por mucho tiempo, envuelto en una lucha fratricida por la escisión religiosa.
Durante el gobierno interino de Javier López Moreno ocurrió allí la peor refriega porque dos grupos se enfrentaron con un saldo de al menos cuatro muertos y decenas de heridos.
Agustín abandonó Arvenza Uno como lo han hecho tantos otros muchachos de su edad. Agobiado por la inopia y con un futuro incierto, en penumbras, sabía que llegar a Tuxtla no era una iniciativa fácil no sólo porque se adentraría en un cosmos hostil, desconocido para él, una jungla de asfalto, sino principalmente por esos absurdos patrones racistas que todavía predominan en los albores del Siglo XXI.
La tarde del 10 de julio de 2011 Agustín era presa de la desesperación. Su madre, Pascuala Gómez, había fallecido en condiciones raras diez días atrás. “No sé qué le pasó si andaba caminando”, dice con una mirada taciturna que se conjuga a su rostro entristecido por tanta desventura.
Deambuló en el bosque. Caminó por horas antes de regresar a la pequeña choza de bajareque fundida en la soledad porque Agustín no tiene hermanos y su padre, Jacinto Patisthán Gómez, murió hace ocho años.
La coz más violenta en su vida fue sin duda la pérdida de su madre al grado que, a sus 17 años, quiso calmar su dolor con el poshil, la bebida tradicional de los grupos aborígenes de Chiapas que se prepara con la fermentación del maíz.
En un español trompicado mientras lustra los zapatos de su cliente número 5, Agustín confiesa que tuvo una revelación: el santo patrono y protector de los chamulas, San Juan Bautista, cuya celebración es el 24 de junio, se le apareció para decirle que dejara de sufrir porque Él estaba al lado de su madre. Le susurró al oído emprender el vía crucis.
El 11 de julio Agustín se levantó a las 4:30 de la madrugada. Su tía Jacinta, que vive a un kilómetro de distancia, fue despertada por los fuertes golpes que Agustín daba a la puerta de madera de aquélla casucha construida de adobe y lámina de cartón, muy derruida como la mayoría de viviendas de San Juan Chamula, ese mágico municipio que Rosario Castellanos inmortalizó en su Oficio de Tinieblas.
Agustín contó a su tía la comunicación con San Juan Bautista. Lloraron juntos. Ella le prestó los cien pesos que tenía para su comida de la semana y que había conseguido con la venta de unas gallinas a don Caralampio Gómez, uno de los caciques del lugar que, como los viejos santones de los caseríos aborígenes, se cree dueño hasta de la castidad de las indígenas.
SOPA NISSIN
El adiós con la tía también fue punzante. En una vieja talega Agustín echó sus escasas y muy exiguas pertenencias. Se la colgó al hombro. Se persignó frente a las imágenes de San Juan Bautista y de la Virgen de Guadalupe. Ya no se despidió de nadie más. Tomó por asalto el camino rumbo a San Cristóbal y sólo volteó una vez porque si lo hacía de nuevo, afirma ahora, probablemente la nostalgia le obligaría a volver.
Agustín llegó a San Cristóbal en donde abordó un colectivo a Tuxtla Gutiérrez. Lo primero que hizo al llegar a la capital fue buscar a un conocido suyo, también de Arvenza Uno, para pedirle ayuda. Pedro le dio cobijo a Agustín y aún le presentó a “un señor” (Agustín se niega a dar la identidad de ese señor) que le proporcionó una caja de bolear y los insumos necesarios para desempeñar el oficio.
Agustín y Pedro viven en un chamizo en lo más alto de la colonia Jardines del Norte, en las faldas del Cañón del Sumidero, acechados por perros salvajes, víboras y alacranes y desde donde tímidamente por las noches suelen observar los destellos de las luces de neón de la ciudad. Su alimento diario consiste en frijoles. No tienen televisión. Algún fin de semana comen sopa nissin de camarón o pollo. Es para ellos un manjar. Una comida especial.
Arrebujado en un pantalón de mezclilla generoso en remiendos, una camisa de un color sombrío, sus huaraches de correa que exhiben unos pies callosos y uñas espléndidas de mugre, Agustín sostiene que todos los días se levanta a las seis de la mañana y regresa a su morada cerca de las ocho de la noche con poco menos de 50 pesos en los bolsillos.
Su principal mercado laboral está en el parque central, a espaldas de la catedral de San Marcos, cerca del café Las paraguas que es refugio de periodistas de la vieja camada en donde con una taza de café se la pasan toda la mañana entre bromas y frívolas anécdotas.
Agustín forma parte sin duda de las estadísticas del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) que afirman que, de 2008 a 2010, la pobreza en Chiapas se incrementó de un 77.0 a un 78.4 por ciento. En números globales, la administración anterior dejó 204 mil 324 pobres más.
La pobreza en Chiapas fue enredada en perversos maniqueísmos y una crueldad abominable. La prosperidad tan cacareada era una fantasía que hoy se desdibuja cuando nos enteramos no sólo de historias como la de Agustín, sino de números duros como el hecho de que el 30 por ciento de la población de la entidad no cuenta con los ingresos necesarios para adquirir la canasta básica; es decir, más de un millón y medio de chiapanecos vive en la pobreza alimentaria y aquí están los diez municipios del país que registran los índices más altos de desnutrición.
NORTES
EL titular del consejo para la cultura y las artes en Chiapas, Juan Carlos Cal y Mayor Franco, anda metido en otro escándalo. Ahora por un presunto fraude que él, obvio, niega. Una vez dicen que trajo a un chavito que se llama Mario Bautista y que supuestamente es cantante. Otra vez sirvió de guía de turista del tal Pape Aguilar por San Juan Chamula. Así son todos los panistas: hipócritas. Y si no, hay que ver a paco-loco...EN el municipio de la Concordia se construye el primer puente atirantado en Chiapas con una longitud de 700 metros. Unirá a los municipios de la zona y fortalecerá la comunicación entre Chiapas y Guatemala. La inversión es de 610 millones de pesos. El gobernador Velasco supervisó la obra. Genial eso...EL mejor procurador que hemos tenido en Chiapas, es decir el alfaquí Raciel López Salazar, informó que en lo que va del año se han aplicado 8 mil pruebas de alcoholímetro. Buena medida, porque sin duda este programa ha salvado muchas vidas. Está avalado por el Instituto Karolinska, de Estocolmo, Suecia...ES TODO.